miércoles, 28 de enero de 2009

lunes, 5 de enero de 2009

comienza el año recorriendo la Costa Atlántica

Luego de un exitoso 2008 en el que confirmó su fuerte poder de convocatoria en la Argentina, la agrupación de rock uruguaya La Vela Puerca dará una serie de recitales en Mar del Plata, Nechochea y San Bernardo.

La banda liderada por Sebastián Teysera y Sebastián Cebreiro se presentará el 17 de enero a las 22.30 en Carhué, en el marco del Epecuén Rock Festival 2009 en el Anfiteatro Municipal.

Luego, el lunes 19 y martes 20 tocará a las 22 en el local La Frontera de la ciudad de Necochea. El jueves 22 en el mismo horario dará un show en el escenario de Zum, en San Bernardo, y al día siguiente se presentará en Gap, en Mar del Plata.

Estos shows, a los que posiblemente se sumen nuevas fechas en febrero, continúan la buena senda iniciada por la banda con sus cuatro conciertos a sala llena en el ex estadio Obras en el mes de agosto.

De este modo La Vela Puerca sigue adicionando éxitos a una extensa carrera que se remonta hasta el año 1995, cuando nació en Montevideo con un estilo en el que pueden encontrarse ecos del sonido de Los Piojos y La Bersuit.

Fue en 2004 cuando estos músicos sellaron su romance con los argentinos, al agotar tres funciones en el estadio Luna Park y una más en Obras. En 2006 confirmaron su poder de convocatoria al llenar el estadio Ferrocarril Oeste.

Su música los llevó no sólo hasta varios países de la región sino que también tocaron en España, Alemania y Suiza, siempre con su formación original casi intacta.

El rock local se fue de vacaciones



En un verano con ausencia de espectáculos musicales, el Bahía Rock se afirma como evento ideal para la estación. El sábado, las bandas más populares tocaron para unas 14.000 personas, entre turistas curiosos y un público que todavía responde.

"Gracias por apoyar al rock nacional", dijo Emiliano Brancciari cuando el polvillo del predio aún se levantaba después de los saltos. Acababa de sonar Este fuerte viento que sopla, tercer tema del set que No Te Va Gustar presentó el sábado pasado.

La frase no pasa de largo porque tiene mucho que ver con el comportamiento reciente del público local. Sin esperar los cientos de miles que suelen llegar a Durazno para el Pilsen Rock, la baja en la asistencia es de todas formas notoria. De un promedio de 100.000 personas en el Pilsen se pasó a unas 14.000 en el Bahía para un evento que llega sin frío ni viajes en tren, y con una grilla de bandas muy similar.

Las razones pueden ser muchas y demasiado discutibles. El acostumbramiento a un formato de eventos que ya podría pensar en modificaciones o incluso el tener que pagar por la entrada -el público del Pilsen Rock entró gratis o pagó un precio casi simbólico durante varios años- son apenas algunos argumentos.

De todas formas, eso no atenta contra la idea. En su segunda edición, el Bahía Rock, un evento que llega en la época más adecuada (en todo el mundo la mayoría de los festivales de música se realizan en verano) cayó a metros del centro de La Paloma y junto a los campings atestados. La noche se estiró, Buitres mediante, hasta las dos y media de la mañana.

A las seis y uno. La organización anunció puntualidad y no mentía, cosa que afortunadamente pasa desde hace tiempo. Cuando muchos que tenían su entrada recién subían de la playa o "hacían base" comiendo en el famoso Baurú Gigante de La Paloma, Cursi inició un set de cincuenta minutos que recibió a quienes se decidieron a entrar temprano, cuando el Sol todavía pegaba bien fuerte.

Los primeros fanáticos que no hicieron caso del horario entraron a las corridas cuando, con música de la película Star Wars de fondo, apareció Trotsky Vengarán. Más de uno que llegó al predio con la remera del diablito (junto a la momia, las mascotas del grupo) se perdió la hora de punk vertiginoso del grupo que vieron unas 4.000 personas. "No intenten tocar tan rápido como nosotros en sus casas, nosotros lo hacemos porque estamos vigilados", avisó el guitarrista Hugo Díaz, siempre secundado por el cantante Guillermo Peluffo.

Cerca de las ocho menos cuarto empezó el que sería el set más contundente de la noche. En 70 minutos de ensayo y aciertos, La Trampa -con Laura Romero, de Vendetta, ya estable como segunda guitarra del grupo- presentó casi la mitad de las canciones de su disco El mísero espiral de encanto. Si bien alguno entre el público acusó con humor a Garo Arakelian de "pinchar la pelota" cuando empezó la melancólica Shangrilá, la gente escuchó con atención las nuevas canciones. La banda retribuyó con "hits": Muerte serena, Caída libre y Mar de fondo. La siempre difícil tarea de incorporar música nueva y equilibrar un set que no aburra fue conseguida por el ahora quinteto.

Lento pero seguro, el ingreso del público ya cubría buena parte del predio cuando llegó No Te Va Gustar. El grupo también presentó canciones de su recientemente estrenado El camino más largo, en medio de un público que acompañó coreando y a los saltos a viejos clásicos como ese y otras canciones estrenadas hace poco, como Tan lejos.

Por ahí ya se colaban varios turistas: argentinos con remeras del grupo, un "gaúcho" de Porto Alegre que recordaba el paso del grupo por esa ciudad y chicas holandesas que seguían a destiempo la música del grupo, como si en vez de un concierto de rock el Bahía fuera una "rave". Muchos de ellos se perdieron entre la gente a los saltos, curiosos por el "pogo" que, al medio y adelante, armaban varios quinceañeros y algún viejo rockero con accesos de nostalgia.

En ese momento aparecieron sin avisar varios integrantes de La Vela Puerca. Junto a NTVG tocaron cuatro canciones, incluida Volvé a tu casa, el previsible tema de despedida de Brancciari y compañía. Ya con todo el escenario para ellos, la extensa presentación de La Vela sorprendió por errática. Hubo pifias en varios temas, tanto en música como en las letras, y más de un fanático pegó algún grito de protesta.

Los que no pifiaron fueron los Buitres que presentaron un set parejo y algo sucio en el sonido, que fue observado desde atrás del escenario por varios músicos, entre ellos Sebastián Teysera de La Vela y Diego Barthaburu, de NTVG. La nueva camada de fans se sacó las ganas de chocar, levantar banderas y caerse a la tierra con los temas de Canción de cuna para vidas en jauría; pero también hubo rescates emotivos como Avril y Natalia.

Cerca de las dos, más de la mitad del público ya había abandonado el predio, con la mayoría atraída por la música bailable que ya oponían los boliches de La Paloma. El Bahía Rock, así como toda la escena local, deberá aprovechar 2009 para cuestionarse cómo no repetirse y mantener o extender a ese público al que se acusa de poco ávido pero que, de momento, se sigue acercando al género con ganas.

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